Parece vislumbrase la luz en el laberinto de la homologación

David Suárez Quintanilla

Por alguna maldición divina, la política odontológica en España siempre se mueve entre lo malo y lo peor, consiguiendo logros reconocidos en lo accesorio (acuerdos y convenios con higienistas, protésicos y diferentes instituciones sanitarias públicas y privadas, puesta en marcha de las especialidades, capacidad de los dentistas para recetar, uso del ácido hialurónico, programas de prevención del cáncer oral, atención a los más necesitados, etc.) y fracasando en lo fundamental (la lucha contra la masificación de la profesión, origen de todos los males). En el “Laberinto de la Homologación”, publicado en Dental Tribune Internacional, ya exponía el efecto bumerán que podría ocurrir tras el descabellado examen de la disciplina que me toca, la Ortodoncia. Tras varias convocatorias con miles de aspirantes presentados, el resultado ha sido de 0 aprobados; un sinsentido y un disparate. Desde hace tiempo el ministerio de Educación y Universidades ha tenido el tema en el punto de mira y los responsables de haber puesto las incontestables preguntas deberían de darse cuenta de su color político y de la demagogia que suele acompañar a sus decisiones cuando se trata de defender los derechos de los sufridos alumnos, desvalidos aspirantes a la homologación o los de su cuerda; últimamente repito mucho que en la odontología patria ya no caben más tontos.

Protestaba en ese artículo, y marcaba mis profundas diferencias de criterio con CRADO (decanos y directores de facultades y escuelas de odontología de España), sobre el tipo y dificultad del examen, no por mi simpatía hacia los homologantes, sino por la imagen que proyectábamos al exterior, especialmente en Latinoamérica. Gracias a estas maravillosas pruebas, repito, con cero patatero de aprobados en varias convocatorias con miles de aspirantes, la pelota está en el tejado de un Ministerio que, esperemos, sea justo y no convierta las nuevas pruebas, por un efecto bumerán tan español, en una coladera para nuestro país y Europa.

¿Qué es lo justo en Ortodoncia? Pues atenerse a la ley, y exigir al homologante los mismos requisitos, teóricos y prácticos, de un alumno medio de grado. No he participado en nada de este proceso, pero espero que esta vez se imponga la cordura. Se debe de hacer un programa que sea síntesis de los que existen en los diferentes centros, abarcando los temas fundamentales de la disciplina, más de 80,  (desde diagnóstico y plan de tratamiento a crecimiento cráneofacial, biología del movimiento dentario ortodóncico, biofísica y biomecánica, metalurgia y comportamiento de los materiales elásticos, etc.) tanto en un sentido teórico como práctico, de acuerdo a los tres o cuatro libros de texto que la mayoría de profesores utilizamos para nuestras clases (como el de WR Proffit). La parte práctica ha de incluir el diagnóstico y plan de tratamiento de casos clínicos y, si es posible, algún tipo de ejercicio práctico con alambres.

Si bien se debe pedir, a los responsables del examen, que este se adapte a lo exigido en el grado en la media de las universidades de España, también los homologantes han de saber que, al menos en mi Universidad, la Ortodoncia tiene una carga conceptual y teórica importante y que han de estudiar mucho para superar esta prueba. Me consta que en no pocas universidades de origen, la Ortodoncia, por diversas razones, no tiene ni la extensión ni la carga teórica suficiente, lo que se traduce en la necesidad de hacer tres cosas: estudiar, estudiar y estudiar. Todos aquellos que han tenido esta carencia formativa en esta disciplina ha de ser realistas y saber que la superación de las pruebas viene determinada por varias horas de estudio al día y durante meses; lo contrario es autoengañarse o esperar una homologación por la puerta de atrás, que nunca se va a producir. Mi experiencia en más de quince años en estas lides se traduce en que más de la mitad de los aspirantes nunca van a superar esta disciplina, y esto no es un deseo, muy al contrario, es una realidad a tenor de los cientos de exámenes de pregunta corta/tema que he corregido en el pasado.

Confío, en definitiva, que puedan salir de este laberinto de la homologación los que, de verdad, se lo merecen por sus conocimientos teóricos y prácticos y tan injusto y absurdo sería el suspenso de la mayoría como una coladera de la que España sería responsable ante Europa. He de ser justo y afirmo que una gran parte de los exámenes de la anterior etapa al malogrado test, y me centro en Ortodoncia, se debatían entre malos o muy malos. Los milagros que esperan algunos, desde su trabajo como auxiliares o higienistas dentales, solo se van a producir si hincan mucho los codos y dedican gran parte del tiempo que resta hasta el próximo examen a una sola cosa: estudiar. A todos les deseo la mejor de las venturas.  

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